domingo, 16 de septiembre de 2012


Veneno chico caminó durante horas detrás de Veneno
Las bajadas eran de carreras, de apuestas
Rasparse las piernas
Correr en la noche
Matas bajas y medianas
Veneno habló del Fuego
Veneno chico se detuvo a mirarlo a los ojos
El fuego de dos kilos de coirón
Horas de silencio y después chiflido
El viento que dobla tus palabras y borra tu figura
El viento que enciende las telas, las deshace.
Veneno no paró de moverse. De mirar el suelo
Te desdibujabas en el horizonte de matas verde oscuro negras y cielo gris azul negro
El viento que deja grises las plantas y prende las piedras
Un beso solo en veinte kilómetros de nada
Un amplio espacio que se cruzó solo por un fino trazo
Una leve presencia peso yunque
Veneno y Veneno chico se tiran en el rocío. No hablan nada. Enfrían las espaldas.
La caminata en aguas.
El Veneno gris azul oscuro negro sabe a algo muy fuerte. Sabe como las moras maduras.
Una fantasía tétrica
Gozo árido
Veneno enciende el Fuego
Chico habla en humo
Un termo de dos litros con bebida negra
Coirón sobre coirón
Humo contra humo
Y no vamos a alimentarnos de aquello que ya hace tiempo hemos notado, no sabe más que a metal, le dice uno a otro, tirando tierra al fuego.

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