lunes, 17 de septiembre de 2012


Una lucha interminable entre la que quiero ser y la que me arrebata el sueño de ser la que no quieren que sea. Levantarse todos los días con el pie izquierdo pasar debajo de las escaleras amar a los gatos negros y a les maricones. Saber de autoconocimiento y ser autosustentable y pasar el día a pura amistad amando a les mutantes de mis amores amigas, tener la receta de la profesión y de la renta y no querer salir del barrio, del barro, de la plaza, de la calle, del vino del pájaro negro, de los saludos al gauchito gil, de menear todo el día con las pibas, con las putas, con los llorones, con las rotas, con las locas, con los putos, con les pobres, con les ilegales, con los monstruos, les mutantes. De repente la bailanta está que arde, vino mucha gente de la calle, no paramos de reírnos, de abrazarnos, de contarnos cosas graciosas, y nos olvidamos de consumir el sistema, nos olvidamos de mirar las vidrieras, nos quedamos cocinando cosas ricas, brindando por los animales libres, ganando el tiempo, el destino, de repente nos olvidamos que era la espera, tomamos lo que más nos gustaba, los corazones fortalecidos, los ánimos enardecidos, el amor como único motivo. No quiero que pase otro día, no quiero felicitarte por un ascenso, no quiero ir al congreso para que reconozcan a un amigo, no quiero que miremos tele, no quiero que estén de moda las pollerías, no quiero que pase otro día, quiero que no alcance el día para contarnos anécdotas, para tocarte el pelo, para cantarte una cumbia bien guarra, para mirar las ballenas, para decir te quiero te quiero te quiero quiero decir siempre sí. Dejar de cargar éste bate y éste misil.    

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