El Gran Fuego me recitó
El poema de tu espalda
Detallaba perfectamente los ángulos y las curvas
La tersedad de la piel se describía ampliamente con mil
metáforas
“En el pequeño lugar donde el omóplato da su sombra
Construyó una laguna mi boca”
Recordaba el día que
mirando las rocas
La descubrí acomodada
Mis manos tardaron minutos en decidir tocarla
El tamaño no tiene nada que envidiarle
A la Gran Playa
Ni su pulida fortaleza
A las piedras que brillan debajo del agua
“Qué insólito mi capricho
Dándose siempre la frente contra la muralla sin poder
atravesarla”
Pero yo descubrí unas
líneas blancas
Escondidas en semejante terrón de azúcar moreno
Pasadizos secretos
Donde derecho puedo pasar a los brazos
Donde debajo puedo taparme con el cuero
Sonreía
Sonreía mi amor
Toda la noche mi cara
Rosada y roja
Abrigada gracias al tronco sangriento
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